Los días fríos de
invierno eran los que más amaba. Y es que no veía nada más bonito que ver morir
aquello que en un tiempo nacería con más fuerza. Una noche soñó con un frío tan gélido que le
calaba hasta el alma. Duro e intenso que le dejó sin aliento. Quemó sus
entrañas y la dejó vacía por un tiempo. Un sueño del que no quería despertar.
Porque dejar ir aquello que nunca había sido suyo la mataba. Su corazón
consumía locamente ese fuego vivo que solo un duro invierno podía calmar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario