martes, 27 de septiembre de 2016

Simón

Era una tarde tan oscura, fría y solitaria como la mirada de Simón. Mientras el pequeño muchacho aguardaba bajo el porche del caserón, su padre se marchaba a grandes zancadas hacia su nueva vida, dejando tras él aquello que le estuvo atormentando durante ocho años. Las mejillas del niño ardían enrojecidas, y cuando le abrieron la puerta no supo reconocer si la lluvia caía del cielo o de sus ojos.

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